sábado, 2 de febrero de 2013

Así fue

El Caballero Oscuro
Manín de Lluces



El sentimiento de necedad es humano...
como todos los demás sentimientos.


- Madre, madre
- ¿Qué hijo?
- ¿Cree que de mayor llegaré a ser Caballero?
- ¿ Y para qué quieres  ser Caballero?

- Para salvar a damas en apuros. Luchar contra los enemigos del rey. Ir a la guerra.

- Hijo mio. Ay hijo mío. Sigue soñando- le dijo su madre mientras lo abrazaba.
- Yo, te llevaré a mi Castillo. Y comeremos todos los días carne. Y llevarás un vestido muy bonito.
- Hijo mío - y lo besó en la frente.

Pasaron muchos años. Y el niño se convirtió en adulto. Se fue a la guerra, pero no siendo caballero. Allí luchó, mató, pasó hambre...y sirvió a un rey. El rey, como todos los reyes vivía bien.  A veces tenían miedo, por si los mataban. Todos querían ser rey.

El regresó de la guerra. Volvió en su caballo, iba cansado. Había visto demasiadas cosas, que  le dañaron el corazón. Los brazos caídos y la cabeza baja. El sol brillaba, y los sonidos del bosque llenaban  el camino.

Un campesino que labraba la tierra, se paró y se quedó mirando. Vio cómo pasaba. El paso lento del caballo, y el reclinar del caballero.

- ¿Queda mucho para llegar a Belmonte?- le preguntó el caballero.

- Todavía le queda un buen tramo señor. Hay un buen tramo. ¿Viene de lejos? - le preguntó el campesino, con curiosidad.

- Vengo de lejos. De muy lejos. Y ha pasado demasiado tiempo. Apenas reconozco nada. Todo está tan cambiado.

- ¿Es usted de aquí?

- Si. Soy de por aquí cerca, o eso pensaba - Y siguió su camino sin despedirse. Cabalgó despacio durante horas hasta llegar a la posada.

- Buenas. Quiero comer - dijo el Caballero, a un hombre rechoncho, de pelo sucio y con la ropa remendada. Era tanta la cantidad de retales, que no se sabía dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Las manos gordas y los dedos en consonancia con ellas. En las uñas se distinguía una buena cantidad porquería. El delantal blanco roto... pero por la suciedad que hacía tiempo había invadido si así había sido algún día.

- Tenemos estofado de carne - le dijo el posadero.

- Traigamelo, todo será bienvenido - contestó el Caballero, dirigiéndose hacia una mesa del rincón.

El conjunto hacía juego. La posada, el posadero, las mesas. Nada destacaba por limpieza. Aunque todas las posadas eran iguales. El suelo de piedra y tierra, las mesas carcomidas por los coleópteros que perforan la madera. Y las velas que alumbraban aquel lugar oscuro y húmedo. La humedad que penetra por los tabiques nasales llenando de sensaciones nuestro cerebro.

Al rato, regresó el rechoncho hombre, con un trozo de pan mugriento como él, un plato de barro y una cuchara de madera, que dejó sobre la mesa. Volvió por donde había salido y reapareció con una jarra de vino rota.

- Aquí le dejo esto  mientras se calienta la comida - le dijo el posadero.

- ¡Que hambre tengo! - Lanzándose voraz, hacia el pedazo de pan mugriento. Las migas empezaron a saltar mientras estiraba  como chicle cada trozo que introducía en la boca, para desgarrar lo otro que quedaba pegado y compactado al chusco. Tanto era el hambre y tan voraz lo comio, que en un decir “Jesús”, ya había dado cuenta de ello.


Para no aburrir al lector quiero dejar en este punto, esta parte. Agradecería comentarios. Se que quedan demasiados puntos suspensivos en la historia. La próxima vez que escriba iré cerrando este capítulo. Quizás resulten un poco liosos, pero en sucesivas entregas iré dando luz a cada una de las incógnitas.

17 comentarios:

  1. me ha encantado este relato, sobretodo por lo fácil que aparecen las imagenes de tus descripciones en mi cabeza.... hacer que las cosas parezcan fáciles no és nada sencillo. Gracias. Y de aburrido nada.. al contrario me gustaria que esta historia fuese larguisima.
    Miki.

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    1. Gracias Miki por leerlo. Es grato saber que me sigues leyendo.

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  2. animos,escribe mas que me dejaste con ganas :D

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  3. Gracias por leerlo, de momento seguiré escribiendo mas historias

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  4. Mi Querido y Estimado Señor Escritor:

    Como siempre es un placer leer sus historias maravillosas y admirar sus bellas imágenes. Me ha dado una gran sorpresa y gusto al leer la entrega de hoy. Ya decía yo que el Caballero no podía ser todo maldad y ruindad. Es decir, ahora que nos permite verlo de pequeño, queriendo ayudar a su madre, comprarle su “castillito” y su vestido… ¡Vaya!, que de un alma infantil, con buenos sentimientos algo debe quedar, ¿no? Además, con todo lo que habrá sufrido en la guerra…

    P.D. Para los que pensaban que el Caballero “no tenía madre” (expresión muy mexicana), que sepan que sí…

    Reciba como siempre, saluditos desde el D.F.

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    1. Gracias por leerlo. Creo que ni todos son tan malos, ni tan buenos. Todo depende del cristal con que se mire.

      Un saludo,

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  5. Hola:)
    tus vaivenes en el tiempo, me resultan embrollados !
    Pero, el placer de leerte sigue siendo igual ...
    Hasta la continuacion de esa historia torcida que me enreda ... :)
    Tu amiga Marie !:)

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  6. Lo siento Marie. Pero la historia da saltos, y ella, la historia, tenia la necesidad de aclarar algunas cosas.

    Gracias por el esfuerzo que tienes que hacer.

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  7. Describes muy bien la mugrienta posada, tengo ganes de saber cuál va a ser la próxima acción del malvado Caballero Oscuro...

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    1. Estoy agradecido de que me leas. Quizás toque el vigulín.

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    2. Lu veo más con otru instrumento, algo más rústico...¿unes castañueles?

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  8. me gusta tu historia, es buena

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  9. COMO ME INCRIBO A TU BLOG?

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    1. Tienes dos opciones;

      a)Al comienzo de esta página del blog donde dice siga actualizado introduciendo tu correo electrónico.

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  10. la historia y las fotos son buenas. Cuando publicas para estar atenta. Nos avisas? los cuentos tienen secuencia. o da lo mismo verlos en cualquier modo

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  11. Los cuentos del Caballero Oscuro tiene una secuencia. Además de saltos en el tiempo, y etiquetas. Facilitaré la entrada con etiquetas en el blog, para que resulte más sencillo encontrarlos.

    Gracias por leer

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