jueves, 27 de diciembre de 2012

Atropa Belladona

madre del emigrante
Manín de Lluces

(Continuación del Caballero Oscuro)

Atropa vivía en el bosque con su abuelita, había hecho pastelitos que quería llevarle. Ella no vivía con su abuelita, vivía sola, tampoco hacia pastelitos, no le gustaba el dulce, y tampoco quería llevarle nada a nadie. No quería conocer a macho alguno. No sentía necesidad. ¿Por qué, no sentía necesidad? Voy a intentar encontrar un razonamiento lógico. Mejor, no voy intentar ningún razonamiento, que cada uno razone lo que quiera. Así que comenzaré de nuevo esta historia.


Esa noche Atropa no podía dormir, sentía desasosiego, la luna era luna y además llena. Atropa, era un poco lunática, y le afectaba la luna llena...también la menguante, creciente, decreciente y nueva. Osea le afectaba todo, lo cual la hacía dormir muy pocas horas, siempre pensando, siempre soñando. No había conocido varón, por lo cual, era doncella. ¿Quizás fuese por vivir apartada en un bosque y nunca bajase al pueblo? Posiblemente sería una de las razones.


Cuando se miraba al espejo no sabía si era bella, porque nunca antes se había comparado con otra doncella. Solo se comparaba con su abuela. Y ahora tampoco, porque su abuela ya no estaba. Así, guapa o fea, nadie lo sabía. Pero solo de momento.


Aquella madrugada se levantó temprano para recoger Belladona. El rocío salpicaba las plantas, y la nube abrazaba los árboles, de tal manera que apenas podía distinguirse camino. Aunque esto no era problema. No era problema porque pasaba de todo. No le importaba nadie ni nada, solo sus hierbas y sus experimentos. Pero sigamos por el camino del bosque. Fue a un lugar donde crecía la Belladona y por supuesto, era la época y el tiempo perfecto. Conocía todas sus propiedades, no sólo de la belladona, si no de muchas más cosas. Tenía todo el tiempo del mundo para experimentar. Y si hubiese vivido en otra época, algún premio habría recibido. Pero en esa época ¡No! o sí, todavía estaba en edad y a tiempo de ser quemada en hoguera, de ser purificada por Bruja. Cuánto bien hizo la Iglesia, cuando tenía más poder. Tampoco quiero extenderme con ello, pero el que quiera que se extienda, y el que no que siga leyendo.


Ya cerca de la belladona, sintió una sensación extraña en la boca del estómago. Se sentía observada. De un salto apareció ante sí un caballero. Ella no sabía lo que significaba ser caballero, y tampoco el otro lo comprendía. Pero, si sintió, lo que sintió. Algo le desgarró el cuerpo, un dolor la invadió, que se mezcló con otras sensaciones.


Ni un ¡Ay! Pudo decir cuándo sitio en su cuerpo la punzada...


El caballero oscuro se levantó, limpió su arma la guardó y la observó mientras ella gemía.


-¡mmm! ¡Oh! ¡Ah!


-Desventurada has sido por cruzarte en mi camino. Ahora me marcho y ahí te quedas.


Ella lo miró con ojos suplicantes, y una lágrima salió de sus ojos deslizándose sobre su mejilla. Él agarró las riendas, y así como se acercó, se alejó al galope.





Y así tirada en el suelo, vio como se marchó el Caballero. Extraña sensación, no sabía explicar en aquel momento, pero tiempo después, cuando se pudo recuperar, si que supo y entendió. Sabía lo que tenía que hacer.


Hoy he terminado esta historia a sabiendas, que más adelante, otro día, volverá a aparecer, o quizás nunca vuelva a aparecer.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Conclusiones sobre "Mi último Legado"

Esto es un cachondeo padre, no se pueden planificar las cosas y después cambiarlas. Espero que no haya intereses ocultos por dinerillo para crear todas estas incertidumbres. Creo que nadie haría nada así...jejejeje...¿O sí?

Supongo que el  “Santo Padre” seguirá mandando tuiters para iluminarnos en estos caminos tan...ni me aparecen las palabras.

Conclusión; seguiré haciendo mis listas, porque de lo que yo haga a nadie le importa un carajo. Y si así fuera yo no tengo conocimiento de ello.

Disculpen, pero no voy a volver a participar en otro fin del mundo. Las razones son muy simples. No me da la gana. Esto de “ vivo sin vivir en mí y tanta dicha espero...”  lo obviaré.

Que cada cual haga de su capa un sayo, o lo que mejor le parezca. Que bastante nos toman el pelo los políticos, ¡para  encima esto!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Mi último Legado III

Día 20 de diciembre del 2012


¡ Adiós Mundo!

Mi último Legado II

Manín de LLuces


Día 19 de diciembre del 2012


Me quedan dos días. Tranquilidad absoluta, no voy a hacer nada fuera de lo común.

...todo sigue igual...

- Me voy a dormir. ¡Buenas Noches!


-ZzZzzZz- Respiración profunda mientras está acostado pensando.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mi último Legado

Día 18 de diciembre del 2012
Manín de LLuces


Hoy me he enterado que el día 21 de diciembre, es el fin del mundo. Menos mal, por fin me entero de un fin del mundo con un poco de antelación.

Los otros fines, no me dieron tiempo a hacer nada. Aunque algo apurado, tengo que hacer una lista de cosas por hacer:
  • Tengo que sacar la basura.
  • Limpiar el polvo.
  • Hacer la comida.
  • Fregar los suelos...
Diantres estoy perdiendo el tiempo con estas listas. Este fin del mundo va en serio. Aparece en los medios de comunicación y ellos no mienten.

Debo pensar  más detenidamente; día 18 de diciembre, me quedan tres días, he tenido que repetir la operación tres veces contando con los dedos. Estoy un poco nervioso. Más bien bastante nervioso, es la primera vez que me enfrento cara a cara con un fin del mundo.

Pienso... no se me ocurre nada para hacer. Siempre la dichosa lista. ¡Ya sé! Debo ser famoso antes del veintiuno. ¡Voy a armar la de Dios!¿Y si resulta que no es? Cavilo durante unos instantes...(tiempo de tres minutos que estoy pensando). Tiene que ser cierto, el "papa" escribe tuiters. Esto es una señal, nos quiere enviar mensajes rápidos, cuando le llegue el mensaje divino, para que nos pille a todos confesados.

Debo ir a reflexionar.





miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Quién era?

Manín de LLuces
Aquella mañana me había levantado un poco aturdido. No me encontraba muy satisfecho ni contento. Podría ser el cielo plomizo.¿Quién sabe? Ya no me apetecía coger la máquina de escribir, no tenía ganas de buscar historias. Debería intentar otra forma de pensamiento. “Debo inventar otra forma de pensamiento” me dije a mi mismo, o eso creía. ¿Acaso repetía las cosas dos veces? Realmente no sé si hablaba conmigo mismo o con mi cabeza hueca. Pero lo interesante del asunto es que se formaban, diálogos. “¿Con quién coño estoy hablando?” cada vez me sentía un poco más paranoico. “¿Hasta qué punto llegaría?” este era otro diálogo mío interior.

De repente un flash. Una gran idea, un invento para pensar. Ya sabía cómo lo llamaría, pensamiento kinestésico sin sistema auditivo. ¡Qué gran hallazgo!, el nombre me venía que ni pintado. Estaba dispuesto a probarlo en mí mismo, yo sería mi conejillo de indias. Un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la Humanidad. No daba crédito a mis pensamientos, que fluidez, por Dios podría llegar a conseguir el Premio Nobel, no sé en qué categoría pero alguno me darían. Con todas estas frases unidas, incluso con la de pequeño paso para el hombre...estaba seguro que llegarían a plagiarme. Que bien sonaba.

Resuelto bajé a la calle, el experimento lo iba a realizar en lugar público, por si las moscas. Si algo fallaba tenía la necesidad de que me encontrasen, no me gustaba la idea, de que la peste, y el olor alertase a los vecinos. No me gustan los cuchicheos.

Ya me imaginaba la escena. Los bomberos rompiendo la puerta en mil pedazos con el hacha y todos los vecinos expectantes.

-Esto ya me lo suponía.

-Se veía venir.

-Bien callado que se lo tenía.

-Pero fíjate que casa, el de tan buena familia, y mira que desastre.

Todos estos pensamientos fueron los que me obligaron a abandonar la idea de experimentar en mi vivienda.

Caminando por la ciudad en dirección al parque, veía a gente pasar, iba como un autómata. Pero algo hizo que me detuviera de repente. Fue un no sé cómo explicarlo, instantáneo. Frené en seco. Ya quieto, levanté mi zapato y pude ver en la suela la mayor cagada que nunca antes había pisado. Incluso pensé que no podía ser de un perro, y si así fuese ¿qué descomunal tamaño tendría? Con gran destreza apoyando la suela y con movimientos repetitivos de arriba abajo, pude quitar aquel pedazo de cagada. Cuando quité la mayor cantidad, no esperé más. Empecé a caminar y al volver la vista atrás podía ver la huella que iba dejando sobre la acera. ¿Sería un presagio? Ya con estos pensamientos llegué al parque. Solo tenía que encontrar el lugar adecuado. Un lugar apartado, pero tampoco mucho (por si acaso, nunca se sabe).

Lo vi era el banco perfecto, solo unos pequeños árboles alrededor. Aprovechando que estaba rodeado de césped, restregué con mucha energía el zapato, aún desprendía y quedaban restos. Tuve que empeñarme bastante. Como no pude con todo, me dirigí al banco y allí me senté.

Se había despejado un poco el cielo y el sol  daba justamente sobre ese lugar, tenía que mantenerme con los ojos bizqueando para poder ver algo. A lo lejos vi cómo se acercaba un ave volando, no le di demasiada importancia, pero no podía quitar la vista de él. Aleteaba; no sabría explicarlo,... era un movimiento de las dos alas a la vez, lo cual hacía que se mantuviese flotando. Parecía como si volase.

Lo seguí observando y vi que todo su cuerpo era de color oscuro. Ya cuando mantenía  mi cabeza totalmente elevada, y con gran dolor de cervicales. Sentí entre ceja y ceja un golpe, aproximé mi mano lentamente, tenía miedo. Lo sentía húmedo, ¿me habrían disparado, y eran los últimos segundos de mi vida? Pude tocar con los dedos y cuando lo llevé a la altura de los ojos comprobé que era excremento de ave. No por ser experto, que podría serlo, sino por atar cabos; olía mal, tenía color blanquecino y justo lo había notado en el momento que el maldito pajarraco había pasado por encima. El muy canalla graznó, riéndose de mí. Por la mente me pasó un nombre, Lelo, bueno dos, Lolo, y al final Lalus. ¿Qué significado tenía? ¿Podría relacionarlo con algo?, no tenía la menor duda... ¡No tenía ni idea!.

Ya sentado en el banco me concentré, más bien me desconcentré, dejé mi pensamiento libre, un poco difícil, porque siempre volvía a los mismos pensamientos. ¿Qué desperdicio de neuronas? Intenté desconcentrarme otra vez, y otra vez, y otra...Por fin cerré los ojos, y ahí ¡surgió! Otro pensamiento estorbando, ¿Sería incapaz de llevar a fin mi propio experimento?¿Serviría al final para algo? Como ya empezaba a aburrirme, de mis propias preguntas, dejé de preguntarme.

Ahora solo oía a los lejos el ladrido de los perros, lejos lejos lejooooos,... ¿Cuánto tiempo pasó? Ni la más remota idea, empecé a sentir calorcito en mi pierna izquierda, abrí los ojos, y cuando miré hacia ella vi la pata de un chucho (traducción simultánea de chucho=perro) en posición de estiramiento y un chorro de líquido saltando. Un resorte automático, sin voluntad, hizo que mi pie se dirigiese con una precisión milimétrica a la fuente, alcanzando un pleno al diez (pleno al diez, debido a la gran puntería en alcanzar sus partes al animal en el instante en que me mea mi pierna). Gemido animal, y correteó brincando. Se marchó, me asomó una media sonrisa y me sentí satisfecho en ese día.

Al llevar la mano a mi boca comprobé mucha humedad por la comisura del labio. ¡Suspire! había conseguido alcanzar el estado de pensamiento kinestésico sin sistema auditivo, y por la cantidad de líquido que sentía en mi barbilla, supe enseguida que había sido intenso.

Ahora solo tenía que recordar para escribir la historia. Me vinieron imágenes del estado de duermevela, pude descifrar mi reencarnación. Había vivido en la época de Napoleón Bonaparte, y lo más importante que estuve con él. Voy a relatar a continuación.



...........................


Me sentía comprimido lateralmente, veía de una forma muy rara, y solo sentía la necesidad de chupar. Podía saltar muchísimo en aquella selva. Cuando vi a Napoleón  y en el mismo instante que chupaba de nuevo, mi cuerpo explotó, por la presión de unos dientes... Fui la reencarnación de pulga de perro.

lunes, 3 de diciembre de 2012

No Hay Segunda Sin Primera


Sólo había escrito una historia y quería buscar otro lugar para sentir la inspiración del escritor. Realmente lo tenía fácil. Mi máquina es modelo portátil, podía llevarla a cualquier sitio. No necesitaba ningún tipo de energía externa, como esos cacharros de ahora (pilas alcalinas, enchufes baterías,...). No hay comparación, el tacto que uno siente al golpear cada una de las teclas. Pero bueno tampoco me voy a pasar demasiado tiempo en describir las maravillosas sensaciones de las antiguas tecnologías.


Así que resuelto cogí mi máquina de escribir y salí a la calle, mientras bajaba las escaleras pensé a qué lugar iba a dirigirme.

En cuanto estuve en la calle tuve la sensación de que me observaban, veía a gente de toda clase y condición hablando con sus últimos teléfonos de última generación. ¡Qué necios! Eran esclavos de sus tecnologías. Cada dos pasos alguien hablando por él móvil, o escribiendo.

Yo me sentía orgulloso, sin ningún tipo de atadura tecnológica. Así con estos pensamientos llegué al café (de momento no pondré nombre, debo negociar con ellos un dinerillo), me senté en una de las esquinas y esperé a que viniesen a preguntarme.

- ¿Que vas a tomar?- me preguntó la camarera, sin ningún tipo de gesto. Apenas supe que era ella quien hablaba porque me fijé en sus labios moviéndose.

-Un café con leche- Estaba un poco nervioso era la primera vez. Siempre hay una primera vez para todo. Y esta era la primera vez que utilizaría mi máquina, estaba impaciente, algo nervioso quería terminar cuanto antes de tomar el café y ponerme a escribir. Me mantenía relajado para que nadie notara mi nerviosismo.

Al rato llegó la camarera y puso  la taza sobre la  mesa y al lado el cuenquito con un churro, y un trozo de bizcocho. Un minúsculo trozo, se podía coger perfectamente entre el dedo gordo y el índice, y casi llegaban a rozar.

Con un movimiento de vaivén de la mano fue echando la leche. Era casi mágico yo quedé hipnotizado, y no podía apartar los ojos de su mano, en el último instante, con un giro asombroso de muñeca dejó caer las últimas decoraciones del café con leche. En ese momento, sentí la necesidad de abrazarla, por el trabajo bien hecho, pero me aguante no debía llamar la atención. Quería pasar desapercibido, sólo pude mirarla a los ojos y sonreírla. Tantas cosas quería decirla. No era el momento y el lugar.

Cogí el sobre del azúcar y con una destreza inusitada lo rompí. Algo del azúcar saltó por encima de la mesa, también se desparramó por el suelo. dirigí una mirada de reojo alrededor, me pareció que sólo una pareja cuchicheaban entre ellos y se reían. Con la cucharilla revolví, debía mantenerme impasible, como que no había pasado nada. Llevé la cucharilla a la boca y sentí todo el amargor del café. No había salvado ni un miligramo del azúcar. Disimuladamente me relamí, como si fuese el café más dulce que había tomado en mi vida.

Por un momento quedé dudando, entre coger el churro y mojarlo en el amargo café o llevarlo directamente a la boca. Opté por lo último, estaba tan tieso y frío, que parecía masticar chicle en vez de un churro. No importa nada, no había ido para delicatessen, así que lo engullí como un pelícano a un pez, y algo se me atravesó en la garganta. Tuve que echar mano rápidamente al café, lo tragué a la vez que me abrasaba la lengua, el cielo de la boca y la garganta. El churro se desatascó y cayó como una piedra en pozo sin fondo. Sentí un calor inusitado por la cara y cogí con mi mano izquierda, a la vez que llevaba temblando la taza a la mesa. No calculé bien y la taza se precipitó al vacío. No solo la taza, sino también el platito, y el bizcochito.

Creo que se rompió en un gran número de trozos. No me paré a contarlos, no tenía tiempo. El líquido me salpicó los pantalones recién planchados, y se me metieron trozos de porcelana por todos los recodos de los calcetines. Pensé “tranquilo, apenas nadie se ha dado cuenta”, era un solo pensamiento positivo dirigido a mi mente.¡Todos me estaban mirando!

Llegó la camarera con una sonrisa forzada, la fregona y el cubo, y recogió todos los restos. Me preguntó.

-¿Quieres tomar otro café?
-No gracias, con uno es bastante. Si nó me pongo un poquito nervioso. Tráeme un vaso de whisky con hielo.

Ya había terminado los preliminares, y ahora un poco más seguro de mi. Podía empezar a escribir mi siguiente historia.